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lunes, 2 de mayo de 2011

Fuera partidos políticos del IPN

La nación está en medio de una gran confrontación entre el conjunto de la clase política – sin importar el partido o el dirigente – y la población, en especial, los más pobres, pero no únicamente.
Esto se manifiesta en la imposibilidad para la clase dominante de mantener su dominio inmutable. Algo tiene que cambiar pero no tienen el personal humano dentro de la actual clase política para llevar a cabo el cambio. A esto hay que agregarle la agravación, a niveles escandalosos, de la miseria y las penalidades de las clases subalternas, lo que implica que la explotación, rebasando todos sus límites, se ha convertido en sobreexplotación, y el despojo se generaliza. Y, finalmente, en paralelo, existe un proceso de autoorganización social, que pasa por encima de las formas tradicionales de organización: los de abajo inventan nuevas formas de participación y de comunicación.
A esto hay que agregar que, en el terreno del desprecio, el poder se ha encargado de evidenciar que poco le importa la gente, nuestro pueblo. El nivel de agravios en contra de los de abajo ha crecido de manera geométrica. Para el poder, todos los de abajo son nadie, son los sin derechos, son los sin papeles de la política. A los cuales se les puede insultar, engañar, reprimir, porque por eso están abajo. Se trata del descarnamiento del mando, que ya no requiere ni obediencia ni consenso, sino resignación. El poder se desnuda y, voluntariamente, deja de lado su oropel para presentarse tal y como es: mediaciones, ni apariencias.
Arriba, ninguno se percata de nada: todos trabajan como si lo real fuera virtual y lo virtual, real. Si les falló su campaña de poner en los botines de los futbolistas el orgullo de la patria, y en un disque técnico de futbol el trabajo de orientar y motivar al país, ahora recurren a otra mexicana de éxito para recordarnos que la pobreza no es algo inevitable, que nosotros podemos salir adelante, desde luego, sobre todo si nos casamos con uno de los millonarios más grandes de Francia.

En el calendario de la clase política el mes de julio y el año 2012. No es como en otras elecciones en que se adelantaban los candidatos y las campañas, pero las instituciones más o menos funcionaban. Ahora, el mes de julio del 2012 es una meta. El objetivo supremo que se han trazado todos sus miembros es llegar a esa fecha, sea como sea.
El problema es que ver a las elecciones como una meta a llegar representa un objetivo de muy estofa. En medio no hay nada. Calderón anuncia que el ejército no saldrá de las calles hasta que él se vaya, y los de arriba cuentan los días. Se entrega la fibra óptica a Televisa y Nextel, 23 veces más barata que su valor real. Se ayuda a desfondar Mexicana, para que los empresarios más ligados al panismo la copen. AMLO anuncia su candidatura, que ahora estará bañada por el amor y los besos, y uno piensa quien será el tonto que le diseña sus campañas. Peña Nieto dice que ya llegó a los 500 compromisos cumplidos. Beltrones anuncia que no van a ser rehenes del ejecutivo. Es decir, trabajan con base en la anodina idea de que todo siga igual. Arriba nada se mueve porque no hay nadie que se dé cuenta de la catástrofe que se avecina, de las tormentas que ya están bajo nuestro cielo.
Las pasadas elecciones que permitieron la alianza del Partido Acción Nacional (PAN) con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Convergencia, más la actuación hipócrita del Partido del Trabajo – que supuestamente le iba a hacer caso a su gurú AMLO y no iba a participar en ninguna alianza, para mantener la virginal posición y, sin embargo, participó abiertamente en Oaxaca, a la calladita en Hidalgo, y peor aún hizo acuerdos con el PRI en Durango y Baja California - , adelantaron los destapes y más de uno, con nerviosismo, salió a la palestra y levantó la mano para decir: Yo mero.
Uno de esos fue Obrador. Después del 6 de julio de 2006, AMLO, en un mitin y frente al aliento de decenas de miles, mandó al diablo a las instituciones. Hoy , lanza antes que nadie su candidatura a la presidencia y no sólo busca reenaltecer a las instituciones, sino que quiere dirigirlas, eso sí, con mucho amor. En el 2006, alguien le dijo que el lema debería de ser “Sonríe, vamos a ganar”. Hoy, parece que la misma personal le aconsejó aminorar su imagen de pendenciero con los del dinero, con la introducción de la palabra amor. Algo así como “Amor es … votar por AMLO”.
0 el caso del señor de los 500 compromisos cumplidos (Peña Nieto), que desde hace años lleva a cabo una campaña en los medios electrónicos para su candidatura. Quinientos compromisos cumplidos, pero no puede evitar que sea precisamente en el Estado de México donde se den las peores inundaciones del centro del país. Que en zonas completas del estado se den los peores índices de contaminación y que todas las normas que en el DF se han implementado por la presión social, allá no tengan la menor importancia.
El PAN se prepara para expulsar a su antiguo presidente, pero eso no es sino la punta del iceberg de una gran división. No como algunos podían pensar: entre los que están por recuperar la vieja tradición social cristiana del panismo original… , sino entre la pandilla de Calderón y la pandilla de Fox y Creel. El pico de la pugna será la designación de candidato. El problema es que, como diría otro “clásico” de la picaresca política mexicana: “la caballada está flaca”. Para que nos demos una idea, según las encuestas que tanto ama la clase política, el candidato con mayores atributos es Santiago Creel: el hombrecito, que vuelve por sus fueros, pero que, desde luego, no cuenta con el aval de la pandilla calderonista.
En el desierto de lo real la clase política actúa como zombi. Es un cadáver putrefacto pero sigue caminando, y con lo único que cuenta es con el ejército y la policía.
Texto extraído de la revista Rebeldía año 8 número 73; escrito por Sergio Rodríguez Lascano
El IPN es una institución académica, no de reclutamiento electoral.

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